Joaquín Villalobos
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The analytical
article fallowing, written by Joaquín Villalobos and published the morning
after Hugo Chavez from Venezuela officially died. It deserved to be re
republished immediately after. Unfortunate due to wrong doers I was attack by
common delinquents they hurtled mi eye seeing and kept me away from the
compares.
Villalobos
was one the main leaders of the People's Revolutionary Army, or Ejército
Revolucionario del Pueblo, a patriotic group that emerged in El Salvador in the
early 1970s as a loose federation of cells with roots in various Marxist and
left-wing Catholic groups.[1] The ERP was one of the five organizations that
joined together in 1980 to form the Farabundo Martí National Liberation Front
during the Salvadoran Civil War, in which left-wing guerrillas fought El
Salvador’s military-dominated and US-backed right-wing government. An economics
student and left-wing activist, Villalobos joined the ERP in 1971, at the age
of 19. He has since been accused of involvement in the killing in 1975 of Roque
Dalton, the revolutionary poet and fellow ERP leader who was shot by his
comrades after a power struggle in the group led to accusations that he was a
CIA spy.[1] At the time, the killing led to splits and recriminations within
the ERP and criticism from other leftists, but after 1980 Villalobos rose to
become one of the FMLN’s main military strategists. The ERP under his
leadership has been described as “the most efficient military organization on
the Salvadoran left” during the civil war, with Villalobos developing a
“reputation for brash strategic brilliance”. He subsequently played a major
role in the negotiations that ended the civil war, presenting himself as the
conciliatory face of the ERP.[1] In 1992, the year in which the peace agreement
was signed, The New York Times described him as a “feared military commander
with a reputation for ruthlessness”, but also noted his admission of errors in
the rebels’ tactics and his stated regret for many of the killings they had
been involved in.[2]
As a result
of the 1992 peace accords, the FMLN was legalized as a political party.
Villalobos remained a member until 1995, when he and other former leaders of
the ERP split from the FMLN to form a new centrist political party, the
Democratic Party, which signed a deal with the then government accepting a
series of neoliberal reforms.[1] Later in the 1990s, Villalobos went to England
to study at St Anthony's College, Oxford University on a scholarship funded by
the British Foreign Office.[3]
Villalobos
is now an outspoken critic of the left in Latin American countries. He has
served as a consultant on peacemaking efforts in other countries (Colombia,
Mexico, Sri Lanka, Philippines, Bosnia, Northern Ireland), as an advisor to the
Center of Cooperation Initiatives for Development at the University of Alcalá
de Henares, and as a member of the Inter-American Dialogue in Washington DC,
USA. He lives in Oxfordshire with his wife, Roxana, and 3 sons, Guillermo,
Felipe and Rafael.
La herencia
de Chávez
El PAIS Joaquín Villalobos 6 MAR 2013
Cuando comenzó a gobernar, muchos
pusimos atención en su discurso provocador y en la inviabilidad del “Socialismo
del Siglo XXI”; le dimos poca importancia a un punto sustancial: Chávez era el
primer gobernante de izquierdas con pretensiones revolucionarias que disponía
de una enorme masa de efectivo. Otras experiencias populistas no gozaron de una
bonanza tan prolongada y los países comunistas nunca fueron ricos; regalaban
armas, tractores, becas, entrenaban militares o proponían trueques. No había
existido un gobierno de izquierda que hiciera política con abundancia de
dólares americanos como lo hizo Chávez. La renta petrolera venezolana ha
alcanzado lo mismo a barrios de Caracas que a Cuba, Bolivia, Nicaragua y hasta
el Bronx de Nueva York. Por encima de simpatías o antipatías, es indispensable
analizar el impacto político que el dinero y las ideas de Chávez han tenido
sobre la estructura de poder en Venezuela y Latinoamérica.
Chávez fue el líder de un grupo de
presidentes autollamados “bolivarianos” que se han convertido en foco de
atención por acciones antidemocráticas, soberbia ideológica o cinismo político.
Sin embargo, la atención a personajes y sucesos ha hecho perder de vista el
proceso político que albergan. Muchos de los excesos de los bolivarianos tienen
relación con su condición de extremas izquierdas que al caer el muro de Berlín
buscaron reciclarse. Estas han asumido la representación de venganzas
estructurales por los agravios pasados y se fortalecieron con las crisis de
anti-política que destruyeron a los partidos precedentes. Se los ha juzgado por
los excesos, muy poco por sus límites y casi nada por el impacto histórico que
podrían tener.
Los bolivarianos han gobernado en un
continente dominado por gobiernos de izquierda, que han hecho prevalecer en la
OEA y en casi todos los organismos continentales una política de tolerancia
hacia los excesos. Hace medio siglo los principales destinos de los militantes
de izquierda en Latinoamérica eran el exilio, la cárcel y el cementerio. La
liberalización política y económica iniciada hace treinta años trajo democracia
y estabilidad macroeconómica; sin embargo las grandes masas de pobres que
habían permanecido social, económica y políticamente excluidos siguieron igual.
La estabilidad macroeconómica no produjo rebalse para los pobres y
Latinoamérica se convirtió así en la región con más progresos democráticos,
pero permaneció como la más desigual del planeta.
En ese escenario, las fuerzas de
centro y extrema izquierda pudieron armarse de votantes, tomar posiciones de
poder, obtener victorias electorales consecutivas y convertirse en hegemónicas
en muchos países. Fue así como con millones de pobres excluidos, con millones
de dólares en sus manos y con un continente gobernado por amigos, Chávez hizo
lo que hizo. La vieja hegemonía conservadora terminó y ya nada volverá a ser
como en los 60, cuando se expulsó a Cuba de la OEA. En ese sentido, otorgar la
presidencia de la CELAC a Raúl Castro no fue para apoyar a un régimen
moribundo, sino para cobrar un agravio histórico.
Si bien hay razones para cuestionar
la vocación democrática de los “bolivarianos”, en realidad se trata de
gobiernos que intimidan, pero no matan ni torturan, que ejercen una represión
limitada y se sostienen en incuestionables mayorías electorales. Estos
gobiernos repiten lo que hicieron durante décadas los gobiernos conservadores
de aprovecharse del Estado para fortalecer económica y políticamente a grupos
de poder propios. No importa si a esto se le llama corrupción, cambio de turno
o tradición; en esencia, son las debilidades institucionales heredadas las que
les han permitido hacerlo. El conflicto que mantienen con los medios de
comunicación se explica por el poco poder y espacio que tienen las izquierdas
en este terreno, por la real existencia de monopolios mediáticos conservadores
y por el cobro de cuentas por agravios pasados.
Si bien no se los puede considerar
plenamente democráticos, tampoco son regímenes autoritarios, están muy lejos de
ser lo que fueron Videla o Pinochet y también de lo que ha sido el régimen
cubano. Es la solidez de su mayoría electoral y la debilidad de sus opositores
fragmentados lo que los mantiene en el gobierno. Es en extremo difícil que se
transformen en dictaduras; permanecerán en el poder el tiempo que mantengan esa
mayoría electoral. Han atendido la inclusión social, pero en general son
estructuralmente ineficientes y a futuro esto afectará su fuerza electoral. La
recuperación de la institucionalidad democrática tendrá que emerger del nuevo
balance de fuerzas que está construyéndose.
La pobreza que viven muchas regiones
de Latinoamérica empuja a personas a vivir como damnificadas de un desastre
permanente; no se asemejan a los trabajadores griegos o españoles perdiendo
beneficios, se trata de gentes sin esperanzas de nada. En casos como estos el
asistencialismo es indispensable. En ese sentido, las políticas sociales
bolivarianas son cuestionadas como asistencialistas e insostenibles porque
dependen de los altos precios del petróleo y de las materias primas. Efectivamente
así es; sin embargo en Latinoamérica hubo otros períodos de bonanza rentista
que acabaron en despilfarro de las clases altas, la diferencia es que ahora
sería la primera vez que los pobres no se la pierden y esto tiene una
implicación política muy importante.
En efecto, la sostenibilidad o no
sostenibilidad en el largo plazo de las políticas sociales no puede depender de
los precios del petróleo, sino de si a futuro será posible o no elevar la
tributación, y esto es precisamente lo que mantiene a Latinoamérica como la
región más desigual. Mientras la media de recaudación fiscal de los países de
la OCDE es 35% del PIB la de Latinoamérica es 19%. La “revolución fiscal” que
necesita el continente no surgirá de la sensibilidad de las clases altas, sino
de la competencia democrática y la demanda ciudadana. En ese sentido, el
impacto político más estratégico del llamado “populismo” es que está
modificando positivamente la demografía electoral. En el proceso histórico de
valoración del voto popular podemos hablar de quienes no existen como
electores, de quienes no votan porque no saben que votar es importante, de
quienes votan manipulados y de quienes aprenden a vender el voto. Esto concluye
cuando se convierten en mayoría quienes descubren que votar les permite ser
representados y tener beneficios. Este proceso civilizatorio lo vivieron los
europeos en el siglo pasado y condujo a mayor equidad y desarrollo. En otras
palabras, quien quiera gobernar tiene que pensar seriamente que los pobres
importan, por ello la inclusión y la generación de una identidad política que
los integre es vital para la democracia, aunque por ahora esa identidad tenga
características contestarías.
La herencia más particular de Chávez
ha sido la generación de nuevos ricos, esto muy a pesar del conflicto moral que
la extrema izquierda tiene con la riqueza. Por ello ha sido realmente
surrealista que grupos de la extrema izquierda latinoamericana, “algunos de
ellos comunistas de pura raza”, fueran enriquecidos y convertidos por Chávez en
lo que se conoce como “boliburgueses”. Esto no es malo, al contrario, es muy
positivo que la izquierda tenga empresarios y poder económico para fortalecer
el balance de poder y mejorar su comprensión sobre el mercado y la democracia.
En Nicaragua los recursos llegados de
Venezuela están dando tiempo para un despegue productivo del país. Entre los
muchos proyectos se ha construido un gran parque de diversiones gratuito que
visitan diariamente decenas de miles de niños y jóvenes con sus familias. Esto
podría considerarse insostenible a futuro; sin embargo, si se tiene en cuenta
la contagiosa infección criminal que padecen los violentos vecinos El Salvador,
Guatemala y Honduras, el parque es un formidable instrumento de prevención del
delito que está protegiendo la seguridad y el crecimiento económico de
Nicaragua. Visto así, Chávez en realidad ha subsidiado indirectamente a los
empresarios. Si a futuro los recursos venezolanos dejan de llegar, los ricos
nicaragüenses tendrán que decidir si prefieren pagar más impuestos o
enfrentarse a los narcotraficantes y a la “mara salvatrucha”.
Article written and
publishes originally by Joaquín Vllalobos-
Re-Republished in “Metro Press & Photo SAC”
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Jorge Enrique Seoane
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