05/12/2011
Brevísimo análisis de mis dos últimas visitas cortas a la zona en conflicto de Cajamarca.
Llegué a la zona por medios de transporte, que prometí no divulgar (ni me conviene), pero tengo mucho material gráfico y audio grabado.
Logré conversar (más o menos, como una entrevista) con tres de los jefes más importantes de la posición anti-minera.
La posición pro-minera opina, pero no quieren que se divulgue sus nombres; me imagino que por temor.
En todo momento estuve acompañado de tres sujetos que decían ser mis “guardaespaldas”. La verdad es, que los sentí como una amenaza, hasta que logré escabullirme de ellos, para acudir a la zona donde fui recogido en la tarde del segundo día, en mis dos cortas visitas.
Redacto lo que vi y sentí en pocas palabras, puesto que estaba allí informando para un medio extranjero y no debo explayarme.
Los campesinos “cajamarquinos” me dio la impresión (puede ser un prejuicio mío), están “parametrados” (palabrita de Artola, para quien lo recuerda) por los líderes anti-mineros y los violentistas infiltrados entre los menos informados o educados, quienes no cesan de lanzar consignas, que he escuchado muchas veces en muchos lugares del Perú y el mundo.
Los citadinos “cajamarqueses” (pequeños y medianos comerciantes, trabajadores intelectuales, obreros, algunos ‘no pocos, universitarios, que no se expresan en voz alta’, transportistas desde triciclos, taxis hasta camioneros e independientes), por su lado, están aterrados y piensan diametralmente diferente, pero no quieren que se les identifique (posición que respeto).
Salí de la zona antes de la “Declaración de Emergencia”, pero dejé sembrados allí a dos informantes, muy bien colocados, que no se conocen entre sí.
Ahora es cuestión de esperar. Mi último informe es que los policías y militares están por todas partes. Es cuestión de esperar; recordando siempre que los campesinos levantados son la mayoría y los “cajamarqueses” callan y callarán hasta que se sientan seguros. Como escribo una o dos líneas más arriba, hay que esperar. No mucho, creo.
Jorge Enrique Seoane
Metro Press & Photo SAC
press@metroperu.com
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Brevísimo análisis de mis dos últimas visitas cortas a la zona en conflicto de Cajamarca.
Llegué a la zona por medios de transporte, que prometí no divulgar (ni me conviene), pero tengo mucho material gráfico y audio grabado.
Logré conversar (más o menos, como una entrevista) con tres de los jefes más importantes de la posición anti-minera.
La posición pro-minera opina, pero no quieren que se divulgue sus nombres; me imagino que por temor.
En todo momento estuve acompañado de tres sujetos que decían ser mis “guardaespaldas”. La verdad es, que los sentí como una amenaza, hasta que logré escabullirme de ellos, para acudir a la zona donde fui recogido en la tarde del segundo día, en mis dos cortas visitas.
Redacto lo que vi y sentí en pocas palabras, puesto que estaba allí informando para un medio extranjero y no debo explayarme.
Los campesinos “cajamarquinos” me dio la impresión (puede ser un prejuicio mío), están “parametrados” (palabrita de Artola, para quien lo recuerda) por los líderes anti-mineros y los violentistas infiltrados entre los menos informados o educados, quienes no cesan de lanzar consignas, que he escuchado muchas veces en muchos lugares del Perú y el mundo.
Los citadinos “cajamarqueses” (pequeños y medianos comerciantes, trabajadores intelectuales, obreros, algunos ‘no pocos, universitarios, que no se expresan en voz alta’, transportistas desde triciclos, taxis hasta camioneros e independientes), por su lado, están aterrados y piensan diametralmente diferente, pero no quieren que se les identifique (posición que respeto).
Salí de la zona antes de la “Declaración de Emergencia”, pero dejé sembrados allí a dos informantes, muy bien colocados, que no se conocen entre sí.
Ahora es cuestión de esperar. Mi último informe es que los policías y militares están por todas partes. Es cuestión de esperar; recordando siempre que los campesinos levantados son la mayoría y los “cajamarqueses” callan y callarán hasta que se sientan seguros. Como escribo una o dos líneas más arriba, hay que esperar. No mucho, creo.
Jorge Enrique Seoane
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