DE LOS PRESIDENTE DEL PERU, SUS MUJERES
Mis dos abuelos murieron acercándose a los cien años,
perfectamente lúcidos. Uno era un “viejo verde” a tiempo completo (quien lo
hereda no lo hurta) y el otro era cariñoso y bromista jodón. Ni uno ni otro
padecían de demencia senil ni del mal de Alzheimer.
Me parece injusto que personas, quienes no son ni
neurólogos, psiquiatras o psicólogos pretendan diagnosticar al papá del
presidente Humala como “loco senil”. En todo caso loco o tonto nomás; senil no,
porque no ha dado muestras de selecnitud, solo de incoherente, que en el mundo
político del Perú, no es nada extraño. Si por eso fuera, El Congreso tendría
que sesionar en el manicomio.
El caso de la familia de El Presidente me parece más un caso
más pedestre que científico. Cuando ganó Humala en segunda vuelta, me imagino a
la familia Humala Tasso, frente al televisor gritando “¡Ganamos, ganamos,
ganamos!” y hablando entre ellos, atropelladamente, de lo que iban a hacer una
vez instalados en “su” Palacio de Gobierno. Unos hablando de la recuperación de
Arica (a lo Velasco Alvarado), otros hablando de ¿cómo controlar a la miserable
prensa derechista, burguesa y
“comprada”? Otro ¿Cómo traerse abajo a las grandes empresas inversionistas
extranjeras y monopolios peruanos? No faltaría la palabra "expropiaciones" seguramente. Y papi Isaac diciendo: “¡¡¡Yo los eduqué
para que sean Presidentes del Perú. Yo, yo, yo mismo fui!!!". Ojala se
hubiese educado él como mejor como abogado, para saber y entender que La Ley
está encima de los cariños familiares y fraternales. Ley que desconoció en una entrevista televisiva que le hizo el sagaz periodista Augusto Álvarez Rodrich en su programa madrugador (que muchos se perdieron, por la hora).
El mundo se les vino abajo a la familia cuando, después del
viaje del hermano Alexis a Rusia, antes de que Ollanta asumiera el mando. Sin
ninguna indicación oficial de este o el Gobierno vigente en ese momento, se
reúne con los jefes rusos a negociar por cuenta del Perú armas y ¿Dios sabe
qué? Allí, a su regreso, los papis y los hermanísimos (menos la antropóloga)
deben de haber empezado a sospechar que quien había ganado las elecciones era
Ollanta (y su adlátere Nadine) y no toda la familia Humala Tasso. Les quitaron
el chupete cuando recién le estaban sacando el papel.
Remontémonos al anterior Gobierno. El de Toledo (si Toledo y
su antipática y poco diplomática mujer). Flaco favor le hacia Eliane Karp a su
“Cholo Sagrado” con sus destempladas declaraciones y ese complejito de
superioridad que se le escapaba a veces. Recordemos, también, a sus hermanos y
pacharacos sobrinos haciendo de las suyas (y nunca fueron presos, aunque bien
lo merecían).
Pocos recordarán a la mujer del dictador Juan Velazco
Alvarado, Consuelo Gonzáles Posada,
viajando continuamente a Nueva York y Europa (estilo Imelda Marcos). ¿Nadie sabe con qué presupuesto viajaba y compraba baúles de ropa y zapatos? Pero claro,
no se podía preguntar porque los periódicos pasaron “a manos del pueblo”
aquella fatídica noche del 25 al 26 de Julio de 1974.
Los que podíamos
preguntar acabamos presos, deportados o autodeportados por no pensar (y
escribir) “…dentro de los parámetros de La Revolución”. Muchos periodistas, aun jóvenes, fuimos a veranear a El Frontón y sus magníficas playas (tuvo la cortesía el Comandante de la Guardia Republicana el separarnos, malla de por medio, de los presos comunes). Desde La Isla soleada, en pleno invierno, veíamos a Lima cubierta por la usual neblina mientras nos bañábamos calatos. No teníamos ni un libro (hasta que empezaron a llegar de contrabando, junto con el whisky y rica comida que compartíamos con los "repuchos" = Republicanos). No la pasamos tan mal y la tertulia, era la diversión de las noches.
Excepciones notables, la esposa del dictador Manuel A. Odría
(nunca se supo si la A, era por Apolinario o por Arturo, aunque la mayoría de
los historiadores dicen que era “Apolinario”), Doña María Delgado de Odría.
La distante del pueblo, mujer de Manuel Prado, Doña Clorinda
Málaga de Prado, no hizo nada malo ni bueno, tampoco.
La segunda esposa de Fernando Belaunde. La simpática Violeta
Correa, quien se dedicó a fotografiar las bellezas del Perú y enviar lindos
murales a museos y exposiciones en todo el Mundo.
La excelente mujer del pésimo gobernante (en su primer
periodo) Alan García, también lo acompañó (aunque distante de él, pero no de
“Los Niños por el Perú), Doña Pilar Nores de García, quien de paso sea dicho,
lejos del poder, hoy sigue viajando por el país y ocupándose del bienestar de
los niños. Palmas por ella, no tantas para su ex marido.
Hay que recordar lo bueno sin olvidar lo malo.
Jorge Enrique Seoane
(Coco Seoane)
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