martes, 11 de diciembre de 2012


¿SI DE BELLACOS SE TRATA?

Ahora que Chile está de moda que incomoda, contaré algo que me pasó en Santiago hace poco tiempo,  antes de la CIJ.
Estaba yo comisionado por la agencia Metro Press & Photo en Santiago. Paralelamente, un periodista chileno estaba comisionado en Lima con la misma tarea. Investigar (que no es lo mismo que encuestar), que piensan los ciudadanos “de a pie” de su vecino país. Todo como parte de un trabajo muy completo para ser publicado en diferentes países latinos, antes de que se iniciaran los alegatos mutuos en La Corte Internacional de Justicia de La Haya.

Llegando a Santiago hice lo que todo periodista experimentado hace siempre (o debe hacer). Esto es presentarme ante el cónsul peruano a decirle: “aquí estoy, porsiacaso”. El cónsul, generosamente me dio un celular, con todos los números de contactos, por si fuera necesario.

Entrevisté, discretamente pero identificándome como peruano, a muchísimas personas en restaurantes, fiestas públicas, bares, discotecas y, con la total falta de timidez que me caracteriza, a peatones en la calle. Los chilenos, igual que los peruanos, son muy amables con los extranjeros. La diferencia mas notable es que la cortesía se acaba y prosiguen su camino; los peruanos rápidamente hacen amistad con los extranjeros y les dan indicaciones y hasta su tiempo para guiarlos (y algunos para esquilmarlos).

La Plaza de Armas de Santiago es como del tamaño de una plazuela de una provincia de la sierra (no la de la capital de un departamento). Pequeña y no muy atractiva. La catedral es como del tamaño de una iglesia de Miraflores.

Al costado izquierdo de la iglesia (mirándola de frente) hay una saliente sobre la vereda de la calle lateral, al cruzando hay muchos locutorios telefónicos y lugares de comida peruana (buena, pero no la mejor). Los peruanos desempleados se agrupan en esa calle y esperan que pasen los patrones, que por la ventana gritan ¡Necesito un jardinero? O un portero de discoteca o carpintero, albañil, gasfitero, pintor etc. Es decir mano de obra barata y de muy corto plazo y pago negro (evasión de impuestos).

Varios colegas chilenos me habían contado que esa era la zona más segura de Santiago, porque los peruanos no admiten delincuentes que mancillen su “centro de puestos de trabajos ocasionales”. Los “achorados” son “largados” del lugar por los honrados. Lógico.

Como ese día estaba conversando con peruanos, averiguando sobre sus vidas, compromisos, familias y problemas; me había puesto mi identificación de prensa sujetada al bolsillo del pañuelo del saco. Claramente dice PRENSA por un lado con foto, nombre de la agencia, el propio, sellos de agua y holograma. En el reverso, lo mismo, pero en inglés.

Me acerqué a dos carabineros (policías que andan en pares) en la plaza y, después de saludarlos amablemente les pregunte: “Señores, tengo entendido que donde se reúnen los peruanos a buscar trabajo, es el lugar con menor delincuencia en Santiago, ¿es así?”. Uno de ellos me contestó: “si, pero dan muy mal aspecto”. Soy blaquiñoso pues, y pensaron que no era peruano porque el viento había cambiado mi credencial al lado en inglés.

Me bajó el indio y me puse como una pantera rabiosa. Le dije, al que me respondió: “es usted un mal hijo de puta racista”. “Oiga usted, respeto a la autoridad” me dijo, yo, mas molesto (teatro) lo conchasumadrié.

Me dijo que me llevaría detenido sin saber que para un periodista con la razón, el que lo lleve detenido un policía racista, no era otra cosa que una divertida aventura y un artículo fabuloso. Realmente, algo que contar.

“Vamos pues, hijo de puta, se lo digo de nuevo delante de su jefe y, tendrá que explicar usted y su mudo compañero, por qué me dirijo a usted como lo hago. No es un insulto, es un justo calificativo. Estoy seguro, que su madre debe ser una señora muy digna que no merece ser defendida por un racista hijo de puta ad honorem (mérito propio), como usted”.

Recién entonces, el otro carabinero intervino: “Señor, por favor, a sido una frase desafortunada de mi compañero. No queremos hacerle problemas”. Conteste yo: “¿problemas, ustedes a mi? Problemas son los que le voy a hacer yo a él. Ustedes no me pueden hacer problemas a mi, porque este hijo de puta es quien está en problemas” (un poco treatero, yo, pero quería seguir el bochinche para escribir un lindo artículo; que nunca escribí). Ya estábamos rodeados de curiosos testigos  chilenos y peruanos.
Para hacerla corta. El segundo carabinero, que creo era superior o más antiguo, lo obligó al imbécil a disculparse. Total, tampoco soy cruel. Acepte las disculpas y les permití retirarse (eso de “permitir retirarse a dos policías” suena divertido, pero tengo gastados 19 pasaportes y tengo el  juicio (o prejuicio) que algunas autoridades son muy torpes allá, aquí y acullá).

Los chilenos, en general, son mejor educados formalmente (escuelas, institutos y universidades) que los peruanos, pero los cholos somos mas cultos, con nuestra historia, comidas, costumbres, tradiciones locales y generales. Un ejemplo simple: Una cueca chilena ni se acerca a una elegante marinera peruana bailada por un sargento de caballería EP, ¿o no?).

El comportamiento de “ese carabinero chileno” no refleja en nada la educación de la gran mayoría de los chilenos.

Estúpidos hay en todo el mundo, y en el Perú no nos quedamos atrás. Basta con recordar a nuestro recién renunciado Ministro de Trabajo con su frase “usted no sabe quien soy yo” y su agresión física a una empleada de LAN PERÚ (que todos sabemos es empresa chilena) y, después a la comisaria de la policía del aeropuerto y luego al jefe de la policía de Arequipa,  delante de sus subalternos.  Perdió los papeles el ex ministro.

¿Si de bellacos hablamos? Los peruanos tenemos “nuestros propios”, pero eso no mengua la conducta y falta de formación del carabinero chileno.

No es cuestión de nacionalidades. La estupidez de algunas autoridades se da en todas partes. La he visto en Georgia, Nueva York, en una carretera en Dinamarca, en París, Londres, La Paz, Managua, Cuba (muchas veces y, también galantería, otras tantas), Venezuela (uyulluy), Polonia, España y dejo de contar.

Como Chile está en la palestra, ahora en diciembre del 2012, me parece divertido contarlo ahora.

Jorge Enrique Seoane Morla
  (Coco Seoane) 

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